A medida que los hijos e hijas crecen, empiezan a hacer un uso más intensivo de las tecnologías, utilizando redes sociales e interactuando con otras personas en su vida digital. En ese contexto, las preocupaciones de los adultos aumentan y aparece una pregunta: ¿hasta dónde podemos controlarlos? ¿Sirve el control parental?

Según Sebastián Bortnik, experto en tecnología y autor del libro “Guía para la Crianza en un Mundo Digital”, la respuesta es más sencilla de lo que parece: depende de la edad. Por eso nos hace un repaso de cómo cambia nuestro rol como adultos según los años, asociado a este aspecto específico de las pantallas: controlar o no controlar. 

¿Qué significa “controlar” en entornos digitales?

Es importante definir a qué nos referimos por controlar y qué son las herramientas de control parental. Controlar es cualquier acción donde los adultos pueden intervenir en qué hacen los chicos y chicas con la tecnología o revisar qué es lo que están haciendo. Las herramientas de control parental te permiten limitar a través de una aplicación qué pueden hacer perfiles menores de edad en el uso de las pantallas: limitar en contenido, en tiempo, y eventualmente controlar y observar qué acciones realizaron.

¿Qué controlar según la edad de los menores?

Sebastián Bortnik divide la infancia en tres grandes etapas para poder abordarlas a cada una con sus particularidades, comenzando por los más grandes: la adolescencia.

En la adolescencia, a partir de los 13 años aproximadamente, los chicos/as ya suelen tener un dispositivo celular y redes sociales, pero además, por la etapa de la vida, necesitan privacidad y autonomía como parte fundamental de su desarrollo. Entonces, el punto de partida es que no podemos controlarlos, espiarlos o limitarlos en esta etapa. Los chicos deben llegar a la adolescencia con los recursos para cuidarse solos y pedir ayuda cuando lo necesiten, no podés confiar en el control parental en esta etapa, de la misma forma en que ocurría cuando eras adolescente e ibas a bailar. El cuidado dependía de vos mismo y sabías que podías pedir ayuda a los adultos si la necesitabas.

Ahora pasamos a la etapa de los más chiquitos, la primera etapa que va hasta los 8/9 años de vida. En este periodo el control parental es muy útil.  Hasta los 5 años se recomienda un uso muy limitado de la tecnología, siempre acompañados de un adulto (cero pantallas hasta los 2 años, una hora por día hasta los 5 años). A los seis años, los niños y niñas empiezan a dar sus primeros pasos en el mundo digital y social, pero hasta los 9 años es fundamental limitar qué pueden hacer con los dispositivos para que no accedan a contenidos inapropiados a una edad donde todavía no tienen los recursos para tomar todas las decisiones asociadas al cuidado.

¿Y qué queda para la etapa en el medio? Entre los 9 y los 13 años. Esta es una etapa de transición. Si hasta los 9 buscamos limitar fuertemente y a los 13 buscamos autonomía, como adulto tenés que lentamente quitar restricciones, pero como con una balanza de dos platillos, mientras quitamos de un lado sumamos del otro: información, guías, recursos. La progresividad en esta etapa es fundamental.

Consideraciones, ¿control parental sí o no?

• Hasta los 9 años: SÍ. Como adulto estás entre el o los menores y las pantallas

• Entre los 9 y los 13 años: DEPENDE, solo si progresivamente vamos achicando su uso. Como adulto, estás al costado de los chicos/as, de a ratos más cerca, de a ratos más lejos.

• A partir de los 13 años: NO. Ahora ya estás en otra habitación, pero disponible para cuando te necesiten, dando autonomía y privacidad. 

En resumen: las herramientas de control parental son muy útiles para acompañar los primeros pasos con las tecnologías y las redes sociales, pero en la medida en que los hijos e hijas crecen, debes procurar reemplazar esas limitaciones y control por dos herramientas fundamentales: el diálogo para acompañar, y la información para empoderar.